Retraso en el habla: mitos y realidades que las familias deben conocer

Un martes cualquier, en la revisión del pediatra, escuchas «cada niño tiene su ritmo». Es verdad. Pero también es cierto que hay ritmos que conviene seguir de cerca. El retraso en el habla no es una etiqueta para asustar, sino una señal para mirar con detalle cómo se está construyendo la comunicación de tu hijo.

En Dicreas Logopedia (Málaga) trabajamos con familias que desean entender, sin alarmismos ni tecnicismos vacíos, qué está pasando y qué pasos concretos dar.

¿Qué es (y qué no es) un retraso en el habla? 

Cuando hablamos de retraso en el habla nos referimos sobre todo a la expresión oral: cuántas palabras usa el niño, cómo las combina y con qué claridad se le entiende. Puede que comprenda bien, pero que le cueste decir lo que piensa. Eso lo diferencia de otros cuadros (por ejemplo, un Trastorno del Desarrollo del Lenguaje), que requieren evaluaciones específicas.
 

Lo importante: el retraso en el habla no es pereza ni falta de interés. Tampoco se corrige solo “por arte de magia”. Sí mejora con entornos ricos en lenguaje y, cuando hace falta, con una intervención guiada.

¿Cómo podemos estar pendientes? 

Entre los 18 y 24 meses, esperamos ver un pequeño “estallido” de palabras y alguna combinación simple (“mamá agua”). Hacia los 2-3 años, aparecen frases cortas y el lenguaje empieza a servir para pedir, comentar y jugar. Si el niño usa muy pocas palabras, no combina o le entienden solo en casa, conviene valorar.

A partir de 3-4 años, la conversación se vuelve más rica: contamos lo que pasó en el parque, seguimos instrucciones con dos o tres pasos y nos entienden personas ajenas a la familia. Si esto no ocurre, o si persisten omisiones y sustituciones de muchos sonidos, merece la pena consultar.

Mitos o frases comunes que deberíamos evitar

  • “Ya hablará cuando quiera.” Esperar sin hacer nada puede hacernos perder una ventana de plasticidad muy valiosa. Una valoración temprana nunca sobra: o te vas a casa con tranquilidad, o con un plan.
  • “Es tímido / vago.” El habla no depende de la voluntad. A veces hay factores fonológicos, auditivos o madurativos detrás. Y todos tienen abordajes claros.
  • “Como entiende, no pasa nada.” Comprender y hablar son caminos que se cruzan, pero no son lo mismo. La expresión puede requerir apoyo incluso con buena comprensión. 

¿Qué puedes hacer? 

Empieza por lo sencillo: habla mucho con él (frases cortas, claras), comenta lo que hacéis, pon palabras a lo que veis. Leed cuentos a diario, sin convertirlo en examen; basta con mirar imágenes, nombrar y seguir su curiosidad. Reduce pantallas pasivas: la conversación real no tiene sustitutos.

Si la duda persiste, pide una valoración logopédica. No es un “diagnóstico de por vida”, es una fotografía del momento y una guía de qué conviene potenciar.

Cómo te podemos ayudar en Dicreas

En la primera visita escuchamos tu historia: cómo ha evolucionado el lenguaje, qué observa el cole, qué os preocupa. Realizamos pruebas estandarizadas acordes a su edad, una observación clínica del habla en juego y conversación, y revisamos aspectos auditivos y motores del habla cuando procede.

Con esa información trazamos un plan sencillo y medible: objetivos claros (por ejemplo, aumentar combinaciones de dos palabras; estabilizar ciertos sonidos), una frecuencia de sesiones realista y pautas para casa que encajen en vuestra rutina (sin tablas imposibles ni listas infinitas).

Intervenir pronto no es correr: es aprovechar el mejor momento para aprender. Un plan adecuado evita frustraciones, mejora la inteligibilidad y abre camino a un aprendizaje escolar más sólido.

Conclusión

Si algo te hace ruido, escúchalo. En Dicreas Logopedia estamos para valorar sin prisas, explicar sin jerga y acompañar con objetivos concretos. Escríbenos y hablemos de vuestro caso.

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